Aprendiendo a Poner Límites: Un Acto de Respeto Propio

Poner límites no es egoísmo, es una manifestación de amor propio y autocuidado. Muchas veces, la idea de ser una "buena persona" se ha asociado erróneamente con complacer a los demás, aceptar lo inaceptable, o cargar con responsabilidades que no nos corresponden. Sin embargo, ser bondadoso no significa sacrificar nuestra paz mental o bienestar por el temor a decepcionar o perder vínculos.

Establecer límites claros es un acto de valentía que redefine las relaciones. Es aprender a decir “no” sin culpa, entendiendo que ese "no" protege nuestro espacio personal y asegura que nuestras interacciones se basen en respeto mutuo.

Cada vínculo, sin importar su naturaleza, debe construirse desde el entendimiento de que ambos merecen cuidado y atención, no a costa de uno de los dos. Quien te valora realmente, comprenderá y respetará tus límites; quien no lo haga, simplemente no encajará en la versión más saludable de tu vida.

Aprender a poner límites no te hace menos buena persona, te hace una persona más completa. Y eso, a la larga, beneficia tanto tu mundo interior como las conexiones que realmente importan.

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